Un ejemplo son las épocas de exámenes. Muchos jóvenes, por diversas causas, apuran temarios y se dejan lecciones descolgadas haciendo una quiniela de esto sí y esto no, con vistas a que el angelito de la guarda llegue la noche previa del exámen y escriba las preguntas adecuadas en la hoja del profesor. Hecho que de antemano, descartamos.
Otra vía es la de los amuletos de la suerte. Sea la circunstancia que sea, pero siempre en un grado máximo de apuro, la mayoría de las personas tienen, un elemento al que dotan de un valor sentimental y esperitual enrome y que esperan que les aporten fuerzas en su misión. Alguno de los elementos más comunes son: el trebol de la suerte de cuatro hojas, las herraduras de la suerte, duendes, patitas de conejo, llaves de la suerte, pulseras de símbología celta y de ojo turco, así como todo tipo de santería y elementos religiosos.
El valor de todas estas cosas, no es más que la creencia que uno le quiere dotar a cada elemento. La fuerza de voluntad radica en el interior de las personas. Nada nos salvará sino es nuestro afán por intentar superar los retos que se nos planteen , a demás que la recopensa es mucho más satisfactoria cuando uno logra consguir las cosas por sus propios méritos.
J. Hita.
1 comentarios:
Muy buena entrada, me ha gustado mucho el tema, además que si, todos tenemos nuestros propios objetos de la suerte, la camiseta de la suerte, los gallumbos de la suerte, jejeje son objetos con los que nos ha pasado algo y ya le damos ese valor especial.
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