11 feb 2010

MONÓLOGO DE UNA BODA



Lo que define a una boda es la palabra tirar. ¿Que por qué digo eso? Para explicároslo, voy a tirar de la lengua. Dos personas se quieren y deciden unir sus vidas para ir tirando juntos. Bueno, si les va bien y tienen cosas que tirar porque, si no, tendrán que recoger las cosas que otros tiren.

Los invitados y los novios se ponen de tiros largos. Tiros largos, como sabéis, son los que se hacen con buenas escopetas, que llegan muy lejos y no fallan.

El fotógrafo es el primero que llega a la puerta de la iglesia, para tirar fotos. Que no sé por qué se dice “tirar fotos”, porque yo no veo que tire ninguna, a ningún fotógrafo. Y ni las tira ni las regala: las cobra, y caras.

Después del fotógrafo llegamos los invitados. Poco a poco nos juntamos la tira de gente.

Con unos invitados nos damos besos y con otros los tiramos. Creo que entendéis la diferencia. Dar es hacerlo porque te apetece y tirar es hacerlo por compromiso.

-¡Tírame un beso!, me dice una.

- No, no. Yo te le doy y luego tú haces lo que quieras con él.

Damos y tiramos besos a montones: ¡como no valen nada!

Nos tiramos un rato esperando al novio. Durante la espera se producen interesantísimas conversaciones:


- A mí me tira la ciudad.

- Pues a mí me tira el pueblo.


- ¿Y tu padre? ¿Qué tal está?

- Va tirando.


- ¿Qué tal tus clavales?

- El mayor es muy listo, sabe la tira; al más pequeño, de vez en cuando, le tengo que tirar de la oreja porque me hace algunas perrerías, pero bien. ¿Y los tuyos?

- Todo el día tirándose de los pelos.


-El vestido de la Lourdes tira a amarillo.

-Y el de la Gertrudis, a verde.

-Y el de la Matilde, agua. ¡Cómo suda la pobre!


- ¿Has leído el periódico?

- Sólo la tira de Peridis.

-¿Y de qué va?

- De una mujer, que se llama Gracia, y de uno que se tira.

- ¿Al suelo? ¿Desde un rascacielos?

- No, hombre. De uno que se tira un rato durmiendo y, para despertarse, se tira otro rato tirado en el suelo.

- ¿Y dónde está la gracia?

- Trabajando para que él se tire un rato durmiendo y otro en el suelo.


Cuando llega el novio, se tira con nosotros otro rato esperando a la novia.

Cuando llega la novia, con un ramo de flores en la mano y una tira pequeña en un grano de la cara, tiramos para dentro de la iglesia.

Los novios, la tira de guapos, tiritando de nervios, se colocan en el altar y el cura les dice: Tenéis que tirar los dos del mismo carro, como una yunta. Pero no les dice hacia donde y la prepara muy gorda. Los curas son los culpables de los divorcios. ¡Díganlo, señores curas, díganlo! Porque si no les dicen que en la misma dirección, desde el primer día se lían a tirar cada uno para un lado y acaban divorciándose.

Terminado el acto litúrgico, los invitados esperamos a los recién casados a la puerta de la iglesia y, cuando salen, les tiramos arroz. Ya les dije que las bodas es tirar y tirar. Y esto del arroz es tirar por tirar. Se les podía tirar otra cosa en vez de arroz. Porque, vamos a ver: con el arroz, ¿qué se hace? Paella. Pues mal empieza el matrimonio. Había que arrojarles algo que fuera para los dos, no para ella solo.

La novia se quita las tiritas: la del grano y la de los nervios, y tira hacia atrás el ramo de flores para que se tiren a cogerle.

Los invitados nos vamos al bar.

-¿Nos puede poner 800 cañas?

- Pepito. Tira ochocientas cañas para estos señores.

Después, cogemos el coche y tiramos al restaurante.

- ¿Adónde está el restaurante?

- Tira detrás de mí.

En el camino me quedo con ganas de tirar a la mitad de la gente que llevo, que me los han endiñado porque no tenían con quien ir. Y no me extraña que no tuvieran con quien ir, porque son unos tiraos…

En la comida nos juntamos la tira de gente, muchísimos más que en la misa. Miramos a ver dónde nos han colocado. Unos tiramos para un lado, otros para el otro. Todas las mesas están llenas de platos. Los platos son de porcelana. Nos comemos cuarenta platos. ¡Y nos entra una indigestión de porcelana! ¡Unas ganas de tirar el pantalón!

Cuarenta personas a la vez, en fila india, nos dirigimos al baño:

-¡Tira, tira!

Más de uno se tira un pedo.

Al novio le cortan el calzoncillo y le hacen tiras.

A la novia le cortan la liga y la hacen tiras.

Las tiras son como las papeletas de una tómbola, sólo que nunca toca premio; vamos, que el premio es la tira, o sea, la papeleta. Así cualquiera monta una tómbola. ¡Menudo engaño!

Luego pasa el padrino tirando ceniza con el puro y te dice:

-¡A ver si te estiras!

Yo, aunque estaba tan a gusto adormilado encima de la mesa, para que viera que le hacia caso, me levanté e hice unos estiramientos:

- Arriba, abajo, hacia la izquierda, hacia la derecha…

- Me refiero que a ver si sueltas pasta, espabilao. Que no se te olvide el sobre.

- Que no se me olvida, hombre.

Lo saqué y se lo enseñé:

- ¡Mira, mira qué carta les voy a dar! ¡Para que se tiren un año sin trabajar! ¡Estoy que lo tiro!

Sí, estoy que lo tiro. Y estoy que lo tiro porque estoy borracho, que no estoy para tirar nada, que las cosas están muy mal. Pero estoy en una boda y hay que tirar. Y mañana, si hay que tirar para atrás, pues para atrás, que una boda es un boda.

Me puse a bailar y conocí a una chica guapísima. Todo el mundo la tiraba los tejos. Para conquistarla me tiré un farol. Y ella, para quedar bien, me dijo que no me preocupara, que el farol se había caído solo. Y se tiró un rato tirándome indirectas para que la dejara en paz.

Acabé tirado, como los que había llevado en el coche.

¡Ala, cuerpo mío, vámonos a casita y tírate en la cama! ¡Tira, anda, tira! ¡Como en las bodas!

Este genial monólogo lo realizó un amigo mío llamado Rafael de Dios García, para reairos de una cotidianidad como las bodas.

N.Arias

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